Dame libertad y una hilera de sueños alas, luz, plantas y cosmos, dale entusiasmo a la infancia de este niño y asaltaré a la felicidad de ambos a golpe de agijón por las calles de los seis millones de dolores.
Salto de la silla, del ordenador a un rostro preparo mi traje de puas, mi corbata de papiro, vengo a agitarte, a sacarte la alegría de la roca para que no sea nunca más un percebe.
Nos declaro perdonados y tras la misa aviones con rumbo a la inmesidad nos esperan tras la esquina.