
Con los cordones del corazón
ayer desoñé tus brazos
Desabrochados.
Se me salió el alma,
Y ella de puntillas
Hizo tus manos en terracota
Y las trenzó en las mías.
Tus dedos de barro
Subieron a mi pecho
Y me resguardaron.
Amanecí abotonado,
Feliz de haber sentido tu tacto.